SER BIPOLAR: LA BIPOLARIDAD COMO DON Y COMO OPORTUNIDAD




















Dice Eduardo Grecco:



"Ser bipolar no es una condena ni un callejón sin salida y existen  caminos para cambiar esta condición y transformarla en un  talento. Solo es cuestión de modificar el enfoque que tenemos sobre la bipolaridad y dejar de recurrir al auxilio externo como su salvación y a alcanzar la estabilidad como su máxima meta, para centrarnos en la tarea de despertar 
las fuerzas curativas interiores de cada persona y lograr, no dejar de oscilar, sino  hacerlo de un modo proporcionado".

Conocí al Doctor Eduardo Grecco, cuando fuí su alumna en la Escuela de Terapeutas Florales Edward Bach, hacé más de 20 años.  Hoy vive en México. Tiene un sitio web que se llama HumanaMente, y que tiene información muy valiosa que puede interesar tanto aquellos que tengan diagnóstico de BIPOLARIDAD como a sus familiares y amigos, ya que de esta manera tal vez podamos ayudarlos y comprenderlos mejor.
Se trata de sostener una propuesta multidimensional, una mirada clínica profunda y poética, como suele suceder cuando un psicoterapeuta se aboca a respetar la complejidad de lo humano.

La propuesta de Grecco es un abordaje inspirador, y por eso incluyo a continuación en este post varios vínculos a su sitio web y también lo citaré  textualmente.
El Dr. Grecco SABE de lo que habla, no sólo por ser psiquiatra, psicoanalista y terapeuta Floral, sino porque se trata de un profesional especializado en bipolaridad tambien por haber sido el mismo un paciente bipolar.



"Se suele considerar a la bipolaridad como una inestable oscilación entre la manía y la depresión, en todas las diversas formas que cada una de estas polaridades emocionales se presenta. La mayoría de las bipolaridades no implican la pérdida de la realidad, la locura o la psicosis, sino que revisten formas más habituales, comunes y neuróticas. En muchas oportunidades, inclusive, no se presenta bajo maneras afectivas 
sino que combina emociones en una dirección, y en la contraria aparecen síntomas corporales."

"Del mismo modo existe toda una vasta gama de conductas y padeceres (como adicciones, dislexia, pánico, déficit atencional, epilepsia) que pueden funcionar como equivalentes bipolares."



1. Relaciones afectivas
Las relaciones afectivas son un condimento importante de la vida y la 
salud del paciente bipolar. Los vínculos existen cuando hay un 
sentido de contacto, comunicación y comunión ["Para que pueda ser he 
de ser otro, / salir de mí, buscarme entre los otros, / los otros que no son 
si yo no existo, / los otros que me dan plena existencia" (Octavio Paz)]. 
Y siempre es mejor tener una relación, aunque sea tormentosa, que carecer 
de ella ["En caso de vida o muerte, se debe / estar siempre con el más 
prójimo" (Antonio Machado)]; por otra parte, es en el campo de los 
empalmes afectivos donde se dirime la batalla por conquistar ese eje 
interior que le permite, al bipolar, lograr oscilar ponderada y armónicamente.




La experiencia vincular es una llave maestra en la cura de la bipolaridad,
comenzando por la relación terapeuta-paciente que debe estructurarse
como una situación de mucho compromiso, ya que -tal como señala Harry
Guntrip-:



Los contactos físicos despersonalizados y los contactos intelectuales 
despersonalizados deben ser considerados por igual, como traiciones 
hechas al verdadero vivir humano, como sustitutos de relaciones 
personales genuinas.

2. Plan de vida


Al paciente bipolar no hay que proponerle un tratamiento sino un nuevo 
PLAN de VIDA, esto es, motivarlo a realizar un cambio sustancial y progresivo 
de su existencia.


Este plan va a funcionar como un esquema referencial capaz de ir ayudándolo 
a ordenar, afuera y adentro, el remolino de sus conductas y vivencias. Por 
otra parte, esto entraña procurarle un proyecto con el cual identificarse y 
poder asumir como propio. De por sí, esto ya tiene eficacia terapéutica, pero 
es el conjunto de alternativas -interactuando entre sí, valga la redundancia- lo
 que va a ir facilitando su sanación.


El paciente bipolar necesita una regla, no rígida, pero sí bien estructurada; 
necesita un tejido que lo sostenga pero que no lo ahogue; necesita desarrollar 
espacios sistemáticos y definidos de actividades diarias sin sentirse en prisión. 
En suma, necesita distribuir adecuada y prioritariamente el tiempo e incorporar 
acciones rituales (terapéuticas y no terapéuticas) en la vida cotidiana y en 
momentos definidos, que le van a ir permitiendo construir un orden interior y un 
dispositivo para enfrentar con éxito su padecer. Tal andamiaje representa la 
plataforma inicial para que el paciente tenga un marco que lo aleje de las crisis 
y del desamparo y que, más adelante, funcione como un hábito altamente positivo 
y le procure beneficios significativos en el camino de su cura.


El cambio de vida es un cambio de creencias y cambiando las creencias podemos 
cambiar la vida. Pero lo inverso también es cierto: cambiando la vida (errada) 
se cambian las creencias (erróneas). Este PLAN de VIDA debe incluir 
las siguientes actividades:

a. Tratamiento


Los pacientes deben recibir un tratamiento con las herramientas más 
adecuadas para cada circunstancia (algunas de las cuales se describen 
y recomiendan en sus libros), pero siempre con la idea de aumentar 
en el paciente el mayor grado de autonomía posible; es decir, ayudarlo 
pero no fomentar la dependencia.


Los diferentes abordajes terapéuticos no son excluyentes entre sí (y la 
bipolaridad se presta para un enfoque de impacto múltiple), pero nos 
parece importante, por muchas razones, que cada paciente tenga un
 "terapeuta guía" que actúe como tal y sea el punto de orientación, 
sostén transferencial y consultor habitual.


En varios textos sobre la bipolaridad se recomienda el trípode 
de la medicación, la psicoterapia y la autoayuda y, en casi todos ellos,
 la psicoterapia es considerada un instrumento de apoyo, secundario 
a la acción psicofarmacológica. Hay que revisar este criterio. Se hace 
tan importante la participación activa del paciente bipolar en un trabajo 
terapéutico sobre sus emociones, vínculos, historia y personalidad, 
como el recibir la ayuda de prescripciones que le permitan sostener 
sus síntomas hasta que pueda dejarlos atrás.


Pero el nervio de la cuestión es comprender que el mejor tratamiento es 
el que le hace bien y efecto al paciente, el que lo ayuda a despertar sus 
poderes y talentos y el que lo reconforta en su posibilidad de ser feliz. 
Y esto no se logra con un "remedio terapéutico" sino con una "relación 
terapéutica".

b. Descanso


El buen dormir, en cantidad y calidad suficiente, es una recomendación 
fundamental que el bipolar debe cumplir. El insomnio, el mal dormir, el 
poco descanso, el estrés, son factores irritativos que pueden contribuir 
a desencadenar crisis maníacas o depresivas.


Por otra parte, durante el dormir, se elaboran ansiedades, fantasías, 
conflictos y miedos. Junto con la natural regeneración de la fuerza física, 
un buen sueño procura, además, una recuperación emocional significativa 
que aumenta el bienestar y proporciona alegría y buen humor.


Descansar no es sólo dormir. También incluye aprender a distenderse, 
relajarse y reposar. El bipolar debe incorporar la práctica habitual de encontrar 
momentos, durante el día, en el cual ejercitar una relajación profunda con 
todos los efectos positivos que esto conlleva.


Es conveniente, para lograr buenos niveles de aflojamiento mental y corporal, 
recurrir a técnicas de masajes y baños de inmersión prolongados que coadyuvan 
a liberar tensiones, bloqueos y condicionamientos emocionales arraigados 
en el cuerpo.


La consigna es no dormirse tenso, no comer tenso, no enfrentar ninguna 
situación en estado de tensión. En cualquier momento que note presión y 
nerviosismo la prioridad es relajarse. Del mismo modo, cuando se sienta 
cansado no debe exigirse ni acumular fatiga. La distensión, en todas las 
esferas de la vida, es para el bipolar un prerrequisito para alejar 
riesgos de mayor inestabilidad.

c. Alimentación

Una alimentación inteligente es un factor para asegurar y mantener una 
buena salud, pero sin otros ingredientes como aire, sol, actividades 
físicas, descanso, creatividad y emociones placenteras (entre otras) 
no hay equilibrio posible. (La dicha necesita el concurso de muchas manos, 
a la desdicha le basta una.)


Nutrición no sólo significa la asimilación de alimentos necesarios para el 
mantenimiento de la vida del cuerpo, sino que hay que pensar que, en el 
acto de comer, estamos realizando una actividad mucho más compleja y 
abarcativa que el ingerir y digerir, ya que los alimentos no son sólo 
combustible, ni el organismo una máquina.


Tener una alimentación hipotóxica, bien balanceada, a horarios adecuados
 y rítmicos, sin fanatismo, lo más simple y natural posible, ayuda al bipolar 
a lograr un mejor estado psicofísico que redunda en su armonía emocional. 
También lo ideal sería comer despacio y en un clima acogedor y sereno 
(y esto vale para todas las personas), sin televisor encendido, anunciando 
hecatombes y tentando al consumismo irracional, y sin entrar en acaloradas 
discusiones con los eventuales compañeros de mesa ["No es lo que entra 
por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de su boca, 
esto es lo que contamina al hombre" (Mateo 15:11)].


Hay una serie de recomendaciones alimenticias concretas para la 
bipolaridad, que señalaremos más adelante, pero hay que tener siempre 
presente el principio esencial de que:


La alimentación es fuente de vida; al comer estamos asimilando todo 
el entorno; los alimentos son energía, son emociones, y debemos construir 
una dieta correcta para ayudarnos a no agravar nuestros males y para 
ayudarnos a recobrar el balance perdido.


d. Ejercicio


La práctica de algún deporte -el caminar o correr todos los días, por ejemplo- 
también es un factor muy importante a tener en cuenta. El paciente está en 
movimiento, quema el exceso de energía, desintoxica el organismo, 
mantiene la flexibilidad corporal y, sobre todo, promueve una sensación de 
estar vivo y activo. Y en el ejercicio detiene el "disco rayado" de su mente.


Por otra parte, el deporte y la gimnasia generan un mayor equilibrio 
emocional, algo necesario para el bipolar. Así como en la alimentación, 
en el ejercicio físico debe existir una suerte de disciplina progresiva 
hasta llevar al paciente a hacer de aquél un hábito cotidiano.


Sin embargo, hay otro costado en el cual el deporte brinda un aporte 
a la cura de bipolaridad. La actividad deportiva lleva, a quien la practica, a 
vivir totalmente en el presente, con gran conciencia de los movimientos 
del cuerpo, a lograr un buen equilibrio interior y, cuando se involucra 
plenamente, a alcanzar una especie de "estado alterado de conciencia". 
(En este sentido un buen ejemplo son los libros de Michael Murphy: Golf 
en el Reino y The Psychic Side of Sports.)


Pero lo interesante es que la vivencia bipolar, en sí misma, también puede 
ser pensada como un cierto "estado alterado de conciencia", pero 
de naturaleza perturbada. He comprobado cómo el bipolar, al ir viviendo 
estos mismos estados en el deporte y aprender a controlarlos y canalizarlos, 
puede ir incorporando este aprendizaje a su campo emocional y descubrir 
el costado positivo de ellos.


De manera que la actividad física provee no solo bienestar al cuerpo sino 
capacidad de dominio, determinación, resistencia y armonía al psiquismo, 
y éstas son cualidades que a la persona bipolar le conviene desarrollar 
para aliviar e incluso sanar sus síntomas.


e. Respiración


La respiración profunda es una habilidad básica para una vida sana. 
Provee al cuerpo de vitalidad, facilita la oxigenación de las células, 
acrecienta la circulación linfática, produce una importante relajación muscular 
y aumenta la habilidad para controlar los estados emocionales y mentales. 
Su opuesto, la respiración superficial, involucra deficiencia de oxígeno, 
falta de energía y abundante toxicidad.


El poder de la respiración también es un instrumento terapéutico muy 
útil. En esta dirección se ha desarrollado una terapéutica, la pranoterapia, 
que justamente mediante ejercicios respiratorios permite disolver emociones 
y estados perturbadores a la par que desarrollar disposiciones para mejorar 
el balance psíquico y corporal.


El aprender a respirar bien ("hasta los pies", como aconsejan los chinos) es, 
sin duda, un excelente aporte a una mejor calidad de vida y un buen 
instrumento para agregar al dispositivo de recursos de ayuda para prevenir 
las crisis bipolares.


f. Aire y sol


Estar en contacto con la naturaleza, el verde, el aire puro y el sol es positivo 
para cualquier persona. Sin embargo, parece que olvidamos frecuentemente 
el valor nutritivo que estos elementos poseen y no nos damos cuenta de lo que 
representa para la salud su presencia y para la enfermedad su ausencia.


La patología bipolar es una manifestación psíquica en la cual estos 
elementos de la naturaleza juegan un rol protagónico, ya que revitalizan, 
dinamizan y al mismo tiempo relajan y desintoxican el organismo.


Para un bipolar algunos buenos deportes son la natación, el montañismo y 
el ciclismo. Al escalar se toma contacto con el aire puro, el sol, el verde, se 
comprueban los gradientes (hay que estar muy atento a los desniveles del 
ascenso), la resistencia, la conciencia corporal; los pulmones se revitalizan, 
la circulación crece, la afirmación y la estima personal se fortalecen. Las 
caminatas en grupo de ascenso y descenso por una montaña representan 
una actividad muy integradora para el bipolar, puesto que abarca lo físico, 
lo social, lo emocional y el contacto con los elementos naturales que 
complementan la nutrición alimenticia y afectiva de toda persona.


En todo plan terapéutico se debe pedir al paciente bipolar que realice alguna 
actividad al aire libre y tome sol regularmente y que tome conciencia de 
que tales acciones no son una distracción sino parte importante de su labor de 
curación.


g. Sexualidad


Otra cuestión importante a considerar en el cambio de vida del paciente 
bipolar es la actividad sexual y las concepciones que tiene de la sexualidad.


Por diferentes razones observamos, en la clínica, que su vida sexual es 
nula, poca, insatisfactoria, indiscriminada o desbordada. Que muchas 
veces se manifiesta como pura descarga, o bien que impedimentos 
funcionales, de diverso orden, lo alejan de la plena satisfacción, el placer y el 
orgasmo.

Pero no es en el área de los rendimientos eróticos donde reside el problema. 
El bipolar posee una imagen pobre y desvalorizada de sí mismo y, aunque la 
encubra con manía, ésta persiste tras la fachada omnipotente. No se cree 
merecedor de amor y placer, tiene miedo a la intimidad y al rechazo, y estos 
conflictos los lleva consigo a la cama y son los que hay que cambiar para 
permitirle acceder a una buena y regular vida sexual, ya que el buen sexo es 
un elemento que disminuye los riesgos de desmadre emocional y colabora para 
mantener buenos niveles de autoestima, confianza y seguridad personal e inclusive 
puede llegar a ser un importante dispositivo curativo.


De modo que hay que facilitar a los pacientes bipolares el desarrollo de una vida 
sexual sana, regular, placentera y completa (en el marco de un vínculo 
adecuado), trabajando con ellos los motivos que les impiden lograrla.


h. Trabajo


El trabajo es, sin duda, una buena herramienta de recuperación. Si es posible, 
una actividad laboral que responda a los intereses del paciente, pero si no 
es factible, el solo compás del trabajo ya lo provee de recursos anímicos positivos 
y le da un cierto ritmo que le es muy necesario mantener.

Por otra parte, el trabajar está vinculado aquí no sólo a la independencia 
material y anímica, sino también a la autoestima y el sentirse valioso. Es por 
esto que cuando el bipolar se encuentra desocupado conviene orientarlo a que 
realice alguna actividad laboral programada y considerar esto como una 
extensión de la terapia.


i. Actividad artística, expresiva y creatividad


Un elemento significativo es fomentar en el paciente la práctica de alguna 
actividad expresiva artística o creativa como la danza, la pintura, la música 
o el teatro, preferentemente, con aquella se sienta más identificado y que l
e permita dar rienda suelta -insisto mucho en esto- a sus potencialidades 
y aptitudes latentes.


Esta ocupación es en sí misma terapéutica, pero además saca al paciente de 
la rutina y le permite elaborar miedos y ansiedades que de otra manera 
podrían ir a incrementar los síntomas emocionales bipolares. ["Escribo sólo 
por matar las tardes, / por no ponerme a deshacer maletas, / por no arrastrarme 
por las estaciones, / por no andar como el rey de los cobardes, / mustio, con 
un ramito de violetas, / en el sepelio de las decepciones" (Joaquín Sabina).]


j. Autoayuda


En cierta medida, constituye uno de los pilares de la recuperación del paciente 
bipolar, aunque de ningún modo sustituye su tratamiento individual con 
profesionales idóneos. Se trata de la existencia de grupos de bipolares que 
intercambian experiencias, comparten sus vivencias y se ayudan solidariamente 
en los momentos de necesidad.


Estos grupos sirven también de sostén y de espacio propicio para la reinserción 
luego de una crisis. En ellos, los pacientes se encuentran con pares que los 
acompañan en sus recorridos interiores y saben de qué se trata porque 
ellos han padecido lo mismo. De este modo, se sienten comprendidos y 
contenidos; descubren que no son los únicos que tienen este padecer 
ni son muy diferentes del resto de la sociedad. A la vez, la solidaridad 
les permite recuperar la esperanza de volver a transitar el camino de la vida 
que creían perdido.


Ahora bien, por autoayuda entendemos, además, las herramientas que el paciente 
bipolar va aprendiendo a lo largo del tiempo y le sirven para desarrollar 
estrategias paliativas y de control. De esta manera, mediante sencillas técnicas, 
que van desde la respiración a la digitopuntura, puede encontrar un soporte cierto 
que lo auxilie en momentos de adversidad, angustia o pánico, o bien cuando 
siente el peligro de la proximidad de una crisis maníaca o depresiva.


Hasta aquí hemos presentado las bases generales con las cuales pensamos el 
abordaje terapéutico de las personas bipolares.  


El Dr. Grecco también se ocupa en sus libros de la implementación 
de estas propuestas por senderos bien delimitados. Sin embargo, lo 
previamente dicho es lo que da sustento y significación a las herramientas.

Siempre es bueno recordar que las técnicas curan pero lo que sana es 
la relación, y nunca más cierto este adagio que en el campo de la bipolaridad.